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BLAS DE LEZO (1689-1741)

Blas de Lezo: el almirante "medio hombre" que impidió la conquista británica de Cartagena de Indias con solo 6 navíos frente a los 186 navíos británicos.

Con solo una pierna, tuerto de un ojo y un brazo inutilizado, hubo un soldado español que no solo fue el orgullo de todo un imperio, sino que fué posiblemente el mejor marino que haya surcado los mares con la armada española. Un hombre que realizó proezas sin parangón, consiguiendo ser el terror de cualquier flota extranjera que tuviese que presentarle batalla. Hablamos del Teniente General de la Armada española, Blas de Lezo y Olavarrieta.

Retrato de Blas de Lezo.

Nació el 3 de febrero de 1687 en Pasajes, Guipúzcoa, en una familia de marinos. De niño se educó en Francia. Con tan solo 12 años embarcó por primera vez en una escuadra francesa, en aquel tiempo aliada con España. Con 17 años se vió envuelto en la guerra de sucesión que enfrentaba a Felipe de Anjou, apoyado por Francia y nombrado heredero del reino español, contra el archiduque Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra. Frente a la costa de Vélez-Málaga, se produjo la batalla naval mas decisiva del conflicto, un combate que duró once horas en la que Blas de Lezo, pese a su juventud, demostró sus dotes de liderazgo y luchó incansablemente. La batalla le marcó de por vida, al sufrir el impacto de una bala de cañón en su pierna izquierda. Destrozada y sin anestesia, se la cortaron por debajo de la rodilla para salvarle la vida. Ambos reinos se adjudicaron la victoria final.

Batalla de Málaga, 1704.

Fue ascendido a alférez, participando en  las expediciones de diferentes buques, ayudando a liberar las plazas de Peñíscola y Palermo. Consiguiendo además, quemar un buque insignia británico, el Resolution de 70 cañones. Poco tiempo después, la armada reclama nuevamente sus servicios. La misión consiste en burlar el bloqueo inglés a la ciudad de Barcelona, para poder abastecerla. Lo consigue con una maniobra muy ingeniosa: deja flotar frente a la flota británica paja húmeda ardiendo, que crea una cortina de humo impenetrable para que los barcos españoles entren en la ciudad, a la vez que repartían cañonazos a los buques británicos. Estos se vieron desbordados por la ingeniosa estrategia del joven alférez. 

Posteriormente se le destacó a la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, donde participó en la defensa de la base naval francesa de la flota del príncipe Eugenio de Saboya.​ En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla le reventó el ojo izquierdo. Su leyenda se acrecentaba. 


















Tras una breve recuperación, se le ascendió a capitán de fragata. A lo largo de la guerra de sucesión, siguió hundiendo y abordando barcos enemigos. En el asedio de Barcelona al mando del Campanella, buque de 70 cañones, recibió un balazo en el brazo inutilizándoselo de por vida. Con solo 26 años, Blas de Lezo ya era cojo, manco y tuerto. Heridas de guerra que no hacia sino incrementar el pánico hacia sus enemigos en los mares.
Terminada la Guerra de Sucesión, en 1716, partió a la Habana con una flotilla a limpiar las rutas comerciales de piratas y corsarios, con un éxito absoluto. Haría lo propio posteriormente en las costas de Perú. Permaneció "limpiando" los mares del Sur hasta el año 1730, en que fue llamado a España por orden del Rey. Nombrado jefe de la escuadra naval del Mediterráneo, hizo las misiones a Italia de recuperar los ducados de Parma, Toscana y Plasencia. Recuperó para la corona Orán, donde se produjo un desembarco de 26.000 soldados en 1732. 
Ya como teniente general de la armada, preparó en Cádiz la última Armada de los Galeones de la carrera de Indias, la de 1737. El 11 de Marzo llegó a Cartagena de Indias, la ciudad más importante del Caribe, la llave de las posesiones españolas en América, a la que llegaban todas las mercancías del comercio entre las Españas y las Indias y de las que salían los barcos cargados de tesoros de vuelta hacia Castilla. 

En 1740, ya declarada la guerra al Reino Unido, Inglaterra no estaba dispuesta a seguir aceptando unas condiciones enormemente desventajosas para ellos, en lo que al comercio americano se refería, negociadas en el Tratado de Utrecht. Puso a disposición del almirante Lord Edward Vernon la mayor flota que conoció la historia hasta la fecha: casi 200 barcos. Solo será superada durante el siglo XX por el desembarco aliado de Normandía y tuvo sesenta navíos más que la mítica Armada Invencible. La misión era tomar y someter Cartagena de Indias. En Marzo de 1741, la imponente flota tomó posiciones frente a las costas de Cartagena. Inglaterra contaba para el ataque con 200 barcos y 30.000 hombres mientras que Blas de Lezo solo contaba con 3 barcos y 3.000 hombres. La flota británica sumaba dos mil cañones. El rey ingles Jorge II, dándose ganador por adelantado, mandó acuñar una moneda conmemorativa en la que se veía a Lezo arrodillado ante su supuesto vencedor, con la leyenda: “La arrogancia de España humillada ante el almirante Vernon”. 

Moneda representando la victoria de Vernom sobre Blas de Lezo.

Pese a la clara desventaja, con astucia y estrategia, Blas de Lezo consiguió que los ingleses cayeran en todas las trampas que les puso y defendió la ciudad palmo a palmo. Pese a arrojar miles de bombas y balas de cañón contra Cartagena, tras perder más de la mitad de la flota y cerca de diez mil hombres, incapaz de quebrar la resistencia española, Vernon ordenó la retirada. La épica hazaña de Lezo permitió que continuase el dominio español en la región durante varias décadas más. La humillación fue tal, que el rey Jorge II intentó que desaparecieran todas aquellas vergonzosas monedas y prohibió escribir o hablar sobre lo sucedido. 

Asedio de Cartagena de Indias, 1741.

Las astillas de una explosión sobre una mesa durante la batalla, hirieron en el muslo y en una mano a Lezo infectándose y meses después produciéndole la muerte el 7 de Septiembre de 1741. Fué enterrado, según una misiva escrita por su hijo, en el Convento de Santo Domingo de Cartagena de Indias. Fue el único de los principales protagonistas del asedio de Cartagena que no obtuvo recompensa alguna por sus acciones. Como tantos otros valientes españoles que murieron por su país, nunca fué reconocido como se merecía. Gracias a personas como el, hoy podemos dormir tranquilos por las noches. Hoy honramos su memoria.

Escultura de Blas de Lezo, Plaza de Colón de Madrid


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